La Eucaristía es la consagración
del pan en el Cuerpo de Cristo y del vino en su Sangre que renueva
mística y sacramentalmente el sacrificio de Jesucristo
en la Cruz. La Eucaristía es Jesús real y personalmente
presente en el pan y el vino que el sacerdote consagra. Por la
fe creemos que la presencia de Jesús en la Hostia y el
vino no es sólo simbólica sino real; esto se llama
el misterio de la transubstanciación ya que lo que cambia
es la sustancia del pan y del vino; los accidente—forma,
color, sabor, etc.— permanecen iguales.
La institución de la Eucaristía,
tuvo lugar durante la última cena pascual que celebró
con sus discípulos y los cuatro relatos coinciden en lo
esencial, en todos ellos la consagración del pan precede
a la del cáliz; aunque debemos recordar, que en la realidad
histórica, la celebración de la Eucaristía
( Fracción del Pan ) comenzó en la Iglesia primitiva
antes de la redacción de los Evangelios.
Para celebrar la Misa el sacerdote que preside debe llevar el alba, la estola y sobre ellas la casulla,
con los colores litúrgicos del tiempo correspondiente. Los ministros
concelebrantes pueden también llevarla, aunque está permitido que sólo
vistan alba y estola.
El altar debe estar cubierto con un mantel blanco digno y sobre él o cerca se colocan dos candeleros con velas encendidas.
Puede haber flores (salvo en Cuaresma) aunque el criterio es que la
ornamentación del altar sea siempre moderada y que no se impida su
visión por el pueblo. Además debe haber una Cruz con la imagen de Cristo,
o bien sobre el Altar o en un lugar cercano y visible. También se debe
seguir el criterio de que sólo debe haber sobre el Altar los objetos que
se vayan a utilizar en ese momento, debiendo retirarse cuando no se
necesiten.
El Misal es el libro
que se necesita para celebrar y contiene las oraciones de la Misa y las
partes comunes, con sus distintos formularios. Se coloca sobre un atril o
sobre un cojín. En el ambón estará el Leccionario, con las lecturas del día. También puede estar el libro de la Oración de los fieles.
En la credencia debe estar el cáliz cubierto con un velo, (palia), patena con hostia, corporal, purificador, vinajeras con vino y agua, jarrita con agua, aguamanil y toalla pequeña, platillo de comunión y la llave del sagrario.
Al
momento de comenzar la liturgia eucarística el acólito acercará al
Altar el cáliz, con la patena y la hostia, cubierto con el purificador y
el corporal así como las vinajeras con vino y agua. Una vez preparados
los dones, retirará las vinajeras.
El turiferario ofrecerá el incensario al sacerdote en los momentos oportunos. El incienso siempre lo pondrá en sacerdote.
El toque de campanillas,
hoy en desuso, puede hacerse al acabar el Sanctus y durante la
ostensión del cáliz y de la hostia recién consagrada. También puede
hacerse al terminar la consagración.
Tras la comunión se retiran los
vasos sagrados y se purifican en la credencia. Si hay bendición con el
Santísimo deberá estar previsto el humeral (paño de hombros para coger
la custodia) y el ostensorio o custodia.
El pan a consagrar
debe ser ázimo, de sólo trigo y hecho recientemente. No se pueden usar
cereales distintos del trigo. Sería un abuso grave introducir en su
fabricación frutas, azúcar o miel.
Las hostias
deben ser preparadas por personas honestas, expertas en la elaboración y
que dispongan de los instrumentos adecuados. Las fracciones del pan
eucarístico deben ser repartidas entre los fieles, pero cuando el número
de estos excede las fracciones se deben usar sobre todo hostias
pequeñas.
El vino del Sacrificio
debe ser natural, del fruto de la vid, puro y sin corromper, sin mezcla
de sustancias extrañas. En la celebración se le debe mezclar un poco de
agua. No se debe admitir bajo ningún pretexto otras bebidas de cualquier
género.
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